Pesadilla en el crucero.

Pesadilla en el crucero.

La voz del locutor de la radio que habló con ella aquella calurosa tarde de verano, era fuerte y seductora a partes iguales.

Sonó cuatro veces el teléfono, lo cogió, y acto seguido desde el otro lado del hilo telefónico, surgió una voz masculina que se identificó como Luís Román, y que resultaba ser uno de sus locutores favoritos.

Trás un cortés saludo, la comunicó, que había resultado premiada con un crucero para dos personas por el caribe.

Marta se quedó atónita, incrédula, sin palabras, y en seguida se sintió embargada por una profunda emoción y alegría. Acababan de decirla que iba a hacer realidad, uno de sus sueños desde la infancia, más concretamente desde que se quedaba absorta ante la pantalla del televisor, en el que cada tarde ponían un nuevo y glamuroso episodio de «Vacaciones en el mar», y cada día ella soñaba con poder vivir alguna de las experiencias que allí sucedían.

Como el premio era para dos personas, trás un instante pensando con quien podría contar para hacer aquel maravilloso viaje, se decidió por su amiga desde la infancia Rosario, así que fue hacia la habitación, descolgó el teléfono, y sin poder ocultar su entusiasmo, le comunicó a su amiga lo que acababa de suceder y que ella había sido la elegida para acompañarla.

En ese mismo instante Rosario gritó , con un grito que estaba entre el entusiasmo y la sorpresa. Tardó menos de dos segundos en contestar positivamente a su amiga Marta, como no podía ser de otra manera, y seguidamente esta le contó lo del concurso radiofónico.

Ambas chicas en ese momento eran las únicas que no tenían pareja y por lo tanto se podían ir juntas. Rosario era una mujer menuda, morena, con unos preciosos ojos verdes, y con una curiosa cicatriz en su barbilla, con forma de corazón, fruto de una travesura infantil, cuando de muy pequeña se cayó de un columpio.

El premio lo incluía todo, es decir el viaje en avión, la estancia en Miami, que era el puerto de partida del barco, y el crucero en sí de una semana de duración.

Tenían dos semanas para hacer las maletas. Marta abrió su armario de par en par, y comenzó a especular sobre el tiempo que haría, y que ropa debería meter en la maleta. Por supuesto lo primero que iba a meter eran bañadores y bikinis. Pero también había sido informada de que su ropa también debería incluir vestidos largos y elegantes para las cenas a bordo, ropa de abrigo para los paseos por cubierta, y sin que nadie se lo dijera metió en el neceser pastillas contra el mareo, aunque esperaba no tener que hacer uso de ellas.

El tiempo pasaba muy deprisa, y cada vez tenían más cerca el día de comienzo de su viaje. A ninguna de las dos le gustaba especialmente el viaje de tantas horas en avión, pero en este caso no quedaba otro remedio. El paso del tiempo les creaba una sensación ambivalente, por un lado algunas veces parecía que corría más que el rayo, y en otros momentos parecía que el tiempo se hubiera detenido, en una espera que se hacía interminable.

Tenían que estar en el aeropuerto con una antelación de dos horas. Después de pasar todos los controles de seguridad obligatorios, les quedaba una hora y cuarto libre para pasear por las tiendas de dentro, donde buscaban o más bien admiraban, todos aquellos caprichos, que allí les resultaban más asequibles. Ahora sí sentían en sus estómagos el vértigo del viaje a lo desconocido, que no había hecho nada más que comenzar.

Durante el largo vuelo, las dos amigas imaginaban todos y cada uno de los detalles que se podrían encontrar en aquel inmenso barco, sin imaginar ni por un momento lo que en realidad iba a acontecer.

En un vuelo tan largo les dió tiempo a todo, a dormir un rato, ver una de las películas que ponía la compañía aerea para amenizar el viaje, fantasear con posibles conquistas en un lugar con tanta afluencia de personas, e incluso Rosario que era aficionada a la escritura, decidió que ella iba a ir apuntando todas sus experiencias, en una agenda a modo de diario, y en el que ya había garabateado algunas cosas.

Ella aún no lo sabía pero aquel diario, les iba a servir a los investigadores para descubrir algunos detalles, que de cualquier otro modo hubieran pasado completamente desapercibidos a los ojos de los demás.

Y por fin, después de demasiadas horas de vuelo, la voz del comandante les anunció, lo que más deseaban oir, que estaban a punto de aterrizar en el aeropuerto internacional de Miami. El aterrizaje fué bastante brusco debido a los fuertes vientos que azotaban en aquel momento los Estados Unidos de América. Una vez allí y en la seguridad de la quietud, esperando a que abrieran las puertas para poder salir, Marta y Rosario, bullían de emoción, e incertidumbre, por conocer lo antes posible, todo lo que les rodeaba.

La noche que llegaron, no durmieron por la excitación que les producía todo aquello. Y cuando por fín llegó la mañana, les presentó un luminoso y caluroso día de principios del més de Julio.

Después de un suculento desayuno en la cafetería del hotel, se dirigieron hacia el que iba a ser su primer destino…. el puerto desde donde iba a partir aquel gigantesco barco. Sus dimensiones reales superaron con creces, cualquier cosa que pudieron haber imaginado nunca. Ni por un momento podían pensar que aquel iba a ser el último viaje para algunos de sus pasajeros.

Ya subidas a bordo del majestuoso barco, se subieron corriendo hasta la última cubierta del mismo, después de dejar las maletas en el camarote que les habían asignado, y se dispusieron a hacer lo que habían visto en multitud de películas de su juventud, saludar con la mano a la masa de gente que había en tierra, cuando zarpaba el barco, haciendo resonar las atronadoras bocinas.

El barco estaba adornado con multitud de banderitas, y ágiles camareros se movían a una velocidad endiablada, entre los pasajeros ofreciendo refrescantes bebidas.

Todo era alegría y diversión en aquellos primeros minutos del viaje. Todo estaba exquisitamente programado, para no hacer coincidir los espectáculos, con cualquier otro entretenimiento.

El barco se encaminaba suavemente, surcando limpiamente las aguas, hacia su primer destino, nada podía hacer pensar lo que iba a ocurrir en aquel trayecto….

SINAPSIS

Lo que a primera vista parecería ser un tranquilo crucero de diversión, se convierte de la noche a la mañana, en un lugar donde la maldad y el miedo , tienen que convivir forzosamente durante una semana. La tensión entre los pasajeros y los verdaderos sentimientos escondidos en lo más profundo del alma humana darán lugar a aterradoras escenas, que marcarán el futuro de las protagonistas de una manera total.

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