Yo jamás habría Elegido Ir
Acaecía la tarde en mi pueblo, encendí la luz de mi cuarto y seguí empacando. Ingresó mi madre. Viró hacia mi maleta y preguntó: — ¿Y no vas a llevar tu pantalón de lana? — ¿Tengo que hacerlo? —pregunté ingenuamente, llevando la mirada hasta la suya— — Pues claro que sí, ¡estamos yendo a la...