No deseo volver a serte fiel

No deseo volver a serte fiel

Mientras la lancha avanzaba por el inmenso lago, meciéndose entre sus aguas como acunando la ilusión de un recién nacido, pensaba en que pude haberte llevado conmigo, definitivamente suprimí de mi cabeza la consideración, pues tus males eran mayores a tus bondades. Nunca imaginé que ese sería mi último pensamiento al respecto y decidí dejarte lejos, en ese lugar en donde en algún instante nuestros caminos se cruzaron por equivocación o por fortuna, no lo sé.

Con todo el miedo que merece, mas no sé si sea superstición mía, descendía de la barca, en un día caluroso de noviembre, en la hermosa Isla del Sol, de la bella Bolivia; quise estar solo con la única compañía que tenía: mis libros. La propuesta inmediata que mi subconsciente ofertaba, era buscar un lugar recóndito en lo desconocido y sentarme a leer tres o cuatro páginas de lo que según mí yo, era lo que alimentaba el deseo de vivir sin restricciones, impulsándome a volar sobre tierras, ríos y mares que jamás pensé conocer.

Tragué letras y más letras y cuando reaccioné, comprendí que había quedado relegado del regreso, me mentí, pues quise ser fuerte y sortear mi suerte en unos cuantos pasos hacia un lugar en donde los pobladores podrían orientarme. Cerré mi razón y avancé con paso firme, caminé con todo el aliento que la vida me otorgaba, tal vez sea llamado orgullo o ego por muchos. Descubrí que nadie como mi amada me vería con total abnegación, nada ni nadie entraría a mi ser y leería con técnica lo que mi mente baleaba a toda fricción, difícilmente se comprendería que aquella experiencia me marcaba tanto o más cómo afrontar la muerte de un ser amado.

Sentado en una banqueta de madera, de un viejo camión, iba finalmente rumbo a un lugar que no estaba en mi itinerario, pocos hablaban, los que lo hacían intrépidamente, usaban idiomas y lenguas extranjeras, ajenas a mi capacidad de entendimiento, por supuesto. Un día más en que soledad no quiso estar a mi lado, un día más en que la conciencia me jugaba una mala pasada, un día más de vida, una nueva oportunidad, una experiencia única sin ti.

Categóricamente encontré una nueva manera para existir, descubrí lo sensacionalista de mis ideas y entendí que mi verdad no era absoluta, igual nunca la consideré ni siquiera como punto seguido; conocí gentes y muchas más personas sin fin, relacioné mi pasado y emprendí la huida pues mi mundo se ponía de cabeza, pero ahora si me gustaba.

No fue fácil, lo sé, no será sencillo de entender probablemente, pero lo único que me cautivó, fue el deseo de seguirlo haciendo.

Ahora quiero seguirte siendo infiel, pues no eres la única que puede hacerme vibrar en la pasión del pensamiento, el cuerpo y las emociones; puedo decirte que, aunque tú fuiste la primera, ya no eres la única, deseo una libertad desenfrenada en vivencias, quiero gritar y llorar, sentir alegría y angustias, subir y bajar, correr y caminar, quiero tanto que definitivamente ya no puedo ser solo tuyo, nunca más Colombia amada mía…

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