RASTROS DE UNA PREGUNTA
Parménides taconeo sus mocasines negros bruñidos sobre la baldosa marrón oscuro, el viento de la ventana enrejada hizo ondear su camisa cuadriculada con azules negruzcos y su pantalón ocre de bota ancha. Él lo señaló con el dedo y exclamó: -¡Zenón!, su turno-. Este irguió su espalda de golpe, arrastró los antebrazos hacia atrás, aquel...