¿Su relato o el mío?
I Olor a putrefacción. El pestilente hedor a hierro vivo y carne muerta me despierta. Casi no oigo más allá del martilleo de mi cabeza, mi cuerpo apenas me responde. Intento abrir los ojos, los párpados me pesan. Se abre la puerta y una figura femenina, de anchas caderas y tobillos ya hinchados por...