En blanco
―Casi he terminado tu bufanda ―me dice mi abuela, entretejiendo las manos temblorosas de venas dilatadas con el extremo de la última hebra de lana. Me siento en el brazo de su sillón y la acurruco, besando su mejilla izquierda. Pálida y arrugada. Su figura, casi centenaria, se encoge ante el sol que arrasa el...