Una historia de color dorado
Sentir, segundo a segundo, muy lentamente… el infierno de los días infinitos ninguneados de estrellas en la noche… una espina de hielo clavada en el corazón por los interrogantes que nos juega el destino ¡Porque es tú propio hijo quien padece esa enfermedad…! Qué pronunciar su nombre, instintivamente, fotografiamos en nuestro cerebro la imagen en colores...