CHATA, LA INESPERADA INQUILINA

CHATA, LA INESPERADA INQUILINA

Laura Pardo

07/05/2014

Era el día de Reyes. Como todos los años estaríamos reunidos toda la familia para comer. Pero ese día notaba que mi madre andaba sospechosamente más alegre y risueña que de normal. La estuve observando durante toda la mañana antes de que llegaran mis tíos a comer pero no lograba descifrar su actitud.

Después de estar organizando los preparativos de la comida y ayudando a mi madre a tener todos los regalos bien colocados debajo del árbol de Navidad, llegaron mis tíos. Comimos en abundancia como se suele hacer en estas fechas tan señaladas.

Satisfechos y ya en la sobremesa, café y licores en mano, nos pusimos a abrir los regalos que tan ansiosos habíamos estado esperando toda la mañana. En medio de todos los regalos había una caja de cartón de tamaño grande sin envolver para mi hermano y yo. Cómo es lógico, destacó entre el resto de los bultos ya que no estaba envuelta en papel de regalo y ligeramente abierta por arriba.

Enseguida me puse nerviosa. Siempre tengo ese momento de nervios al abrir regalos y más si no puedo adivinar que puede ser. Me acerqué a la caja abriéndola lentamente por si el contenido era delicado. Vaya adjetivo para el “objeto” que nos esperaba dentro….

Al abrir la caja, me encontré con el cachorro de bóxer más bonito que había visto en mi vida. Sus ojitos de susto me miraban desde la caja, suplicando que la sacara de ahí. El sentimiento de ternura y felicidad se mezclaron en un grito que sacudió todo! No me podía creer que el regalo de ese año fuese un nuevo miembro en la familia.

Acto seguido, la cogí y la abrazé. Ella temblaba e intenté tranquilizarla hablando suavemente y acariciándola para que no se asustara más.

Esta era la sorpresa de la que mi madre también era cómplice.

Durante toda la tarde, mi hermano y yo teníamos que pensar en un nombre decente para la criatura. Pasaron por nuestras mentes muchos nombres pero ninguno nos servía. No queríamos un nombre cursi para esta la raza. En un momento dado, mi madre y mi tío empezaron a hablar del perro de su abuelo, también de raza bóxer. Fue un macho enorme y bruto pero con buen corazón. Su nombre era Chato.

Por tanto, decidimos ponerle el nombre en honor al perro del bisabuelo y consiguió el nombre de Chata.

Chata vivió con nosotros durante 12 maravillosos años. Fue la mejor compañía que una familia podía tener. Nos dió alegrías y algún disgusto pero sobretodo hacía que nuestros días fuesen únicos con su cariño y afecto incondicional queriéndola con locura.

Han pasado 2 años desde su muerte, y el vacío es tan grande que a veces aún pienso que la veré esperando a que lleguemos a casa y conservo la esperanza de que aún nos aguarda y nos vigila allá donde esté. Eso me tranquiliza y hace que su pérdida sea más llevadera.

Chata te echamos de menos.

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