Hogar
Era muy fácil recordarla, sus cabellos blancos, pequeñita, sentada junto a tres ancianas más en el banco de la iglesia. Me aposentaba a hurtadillas a su lado y la miraba. Escuchaba sus rezos silenciosos y esperaba paciente. Todo lo paciente que una niña puede ser. Yo también intentaba rezar, a mi manera. “Jesús, por favor,...