Volver a ninguna parte
En aquella habitación, padeciendo una mórbida quietud, se encontraba Juan. Cuando esa mañana milagrosamente pudo despertar, dejó de soñarla. Aturdido, no asimilaba esa realidad desquiciada que lo envolvía. Y la preocupación se le coló en los huesos cuando, sin éxito, quiso enderezar su cuerpo lánguido. Apenas, podía susurrar algunas palabras confusas. Luego, observó con detenimiento...