En la casa del adiós
La chica se sentó frente a mí, me sonrió y preguntó, directamente: “Y usted, abuela, ¿cómo vino a parar acá?” Fue una grosería preguntarme de esa manera, sin haber dicho más que su nombre y que estaba visitando el geriátrico en busca de historias. Una mocosa maleducada, eso resultó ser la chica. Pero a mi...