Frente a mí
No existía un mejor momento en el día para mí. Llegar a mi cuarto y encontrarme con aquella persona, fijada allí delante, mirándome a los ojos sin prejuicios y sin pestañear, resultaba un alivio, un fardo que me atormentaba desde que me levantaba cada mañana y del que por fin podía liberarme. Yo era diferente...