Repulgando recuerdos.
Cuando por fin había conciliado el sueño, sentí que alguien me rozó el brazo que sostenía mi cabeza en el escritorio de pino que tantos años acompañó mi soledad. Segundos después, me abrazó y susurró al oído que mi comida preferida ya estaba en la mesa. Di media vuelta chocando algunos libros en pila que...