Las curas de Ob
Lo respetaban, incluso en los poblados colindantes. Era venerado gracias a las curaciones que hacía. Se limpiaba la mugre a conciencia, se afeitaba los sobacos y la cabeza, se cambiaba todos los días de taparrabo. Cuando le preguntaban por qué lo hacía, contestaba que sin la limpieza no le funcionaban los sentidos. Daba extensas explicaciones...