Samanta
Jacinta ya había cumplido los ochenta. Atrás quedó su rostro de porcelana y su melena rubia que ondeaba sobre sus hombros. Ahora su cara estaba surcada de arrugas y el pelo gris estaba recogido en un apretado moño que atestiguaba el paso de los años. Sus piernas esbeltas y bien modeladas dieron paso a unas...