Esperando la Señal de Zotz
Acuclillado, con el corazón en la mano y sin aliento, miraba fijamente hacia el obscuro túnel. Había pasado el último vagón del metro, era hora de que apareciera el Pequeño Chaneque. ¿Por qué llegamos a esto? Claro, por la avaricia del “orejas”, la marrullería del “modosito”, el servilismo del “baboso”, la desfachatez del “borracho” y...