Elaine
Unas cinco hectáreas recogía aquella granja, casi medieval, saneada por una docena de esclavos que trabajaba de sol a sol, con el ojo del amo acechando. Él atravesaba los bancales montado a caballo, con las espuelas relucientes, un gran sombrero y una fusta en la mano, que imprimía en sus espaldas si estimaba oportuno. Pernoctaban...