En Madrid, a 29 de julio de 2016
Un jurado compuesto por miembros del equipo docente de Talleres de escritura creativa Fuentetaja presidido por Enrique Ferrari ha decidido conceder los siguientes premios y menciones (con los aciertos de los relatos y ciertos aspectos de los textos que podrían contribuir a su mejora):
Primer premio
dotado con 1.000 euros en metálico
José M. Viera, con “Días de Roma”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59542/dias-de-roma/
Un relato bien escrito, muy trabajado, en el que el narrador hace el papel de testigo privilegiado como chófer (y a veces confidente) de un mafioso. Reconstruye ese ambiente del hampa a través de pequeñas historias, anécdotas, que revelan un jefe violento y rencoroso y unas condiciones difíciles para sus empleados y exempleados. Le da al lector una atmósfera absorbente y verosímil, pero -una única pega- lo hace a través de la suma de pequeñas muestras, en lugar de intentar una composición más audaz.
Premio al lector más destacado
Dotado con un bono canjeable en publicaciones o talleres de Fuentetaja por valor de 100 euros
Leonardo Martínez Expósito
Lector y comentarista prolífico. Hace un esfuerzo por comprender y desentrañar los textos. Es generoso, pero nunca complaciente. Minucioso y estricto, sus críticas por lo general enriquecen las obras comentadas.
Finalistas elegidos por el jurado
Junto a los ganadores del primer premio y del premio de la votación popular, las obras de los finalistas serán publicadas en el libro electrónico colectivo Historias del trabajo. En el acta aparecen sus nombres por orden alfabético.
Alfonso González Leal, con “Salvador”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59302/salvador/
Bien escrito, del relato destaca su tono castigado, cínico, y su tensión, bien resuelta. El protagonista invierte el sentido de su trabajo en una inmobiliaria hasta convertirse en gigoló, y usar las visitas a las viviendas para acostarse con sus clientas, experiencias en las que se recrea el narrador: también con la última, con un final más o menos esperado para Salvador.
Antonio F. Ruiz, con “Incapaz”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59570/incapaz/
Narrado en primera persona, como una reflexión dispersa que se apelmaza con los recuerdos e ideas que se le ocurren al narrador a partir del accidente mortal de un compañero, el relato funciona bien: sabe medir los tiempos y dosificar y reordenar la información para reconstruir su breve experiencia laboral (la primera o de las primeras) desde un comienzo in media res sugerente, aunque también innecesariamente efectista. Con un estilo muy trabajado.
Daniel Collico, con “Nudos”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59537/nudos/
El narrador contextualiza el nudo del relato con las miserias de trabajar desde casa, con la soledad y la incertidumbre de sentirse solo, sin el contacto con otros compañeros. Un viaje a San Pablo para conocer a sus empleadores (de una empresa tecnológica israelí) traslada la historia a una escena final que se desdobla: de una parte el tedio de una reunión que pinta mal para el protagonista y de otra parte el erotismo que se desata en su imaginación, tras una pequeña cabezada. Es quizás excesiva la descripción de San Pablo, rompe el ritmo del relato, pero el conjunto es eficaz, muy bien escrito, con ese cambio en los tiempos verbales del pasado al presente para crear las dos atmósferas del encuentro.
Daniel Granados, con “Hablar con el viento”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59351/hablar-con-el-viento/
El vídeo inicial y las fotos finales funcionan de preámbulo y refuerzo a la historia de El rubio: le dan un tono emotivo que hace del relato también un homenaje, un reconocimiento a los hombres que trabajan (o trabajaban) la tierra, por ese conocimiento (por su total dependencia) de la naturaleza. El texto, hecho de varios bloques un tanto independientes, narra la infancia del protagonista trabajando en el campo, su desenvolvimiento, y la ruptura con ese mundo cuando su padre le manda con 8 años con otra familia de aprendiz de ditero.
David López Antequera, con “El creador de tiempo -entre puños y tic-tacs-”
Lo mejor del texto es la figura del relojero, atractiva, sugerente, con muchas reminiscencias en la literatura y el arte, por esa dicotomía entre el orden y el desorden que es también la del cosmos y el caos: de un lado la armonía de las agujas de los relojes y de otro lado el alboroto de la calle y los policías. Con todo, lastran al relato los adjetivos manidos (raído sillón, desordenada habitación…), algunos excesos verbales, la recreación excesiva en los sentidos y contrasentidos del tiempo y el final demasiado forzado.
David Romera, con “Johanna y Pinochet”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59376/johanna-y-pinochet/
Escrito como una entrada en su diario, una reflexión poliédrica que es o quiere ser también una despedida (la renuncia a seguir escribiendo ese diario como consecuencia de la renuncia a trabajar otro verano de portero), el narrador encauza el texto con la vida de la pareja del 4º: Don Alfonso, un tipo fascista, clasista, agresivo, y su pareja, Yohanna, una mujer atractiva que llegó al vecindario tres años antes. La información, que aparece al principio dispersa, va dando forma al envés del ascenso social de Yohanna: el maltrato que recibe de Don Alfonso, la violencia doméstica que, prevé el portero, también sufrirá la niña de la que está embarazada.
Esther Torres, con “Susurros de una voz que no proyectaba”
El relato tiene una carga emotiva sutil que funciona muy bien: reubica al protagonista (y su oficio) con una tabla de valores alternativa. El narrador renuncia a otras figuras con más lustre; enfoca solo a Manuel, apuntador, y saca de su papel secundario los mejores valores del teatro: la emoción, la profesionalidad, el compañerismo, etc. Lo usa de ejemplo, de referencia, con un primer párrafo muy potente: “Cada vez que el personaje abandonaba el cuerpo del actor ahí estaban esos ojos que sostenían el alma devolviéndolo a la escena a través del susurro”.
Eva Rodríguez Martín, con “Calcio”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59456/calcio/
A partir de la experiencia de un médico en su primer destino, el narrador hace una buena fotografía de la España rural de los primeros años de la posguerra (no hay hombres jóvenes en el pueblo): aparecen la pobreza, la condiciones durísimas de vida, la ignorancia, el poder y perversión de unos pocos (el cura, por ejemplo) o el hambre. La escena final, muy potente, le sirve al protagonista casi de epifanía, de explicación global: ve a dos madres obligando a sus hijos a chupar las paredes encaladas.
Fran Nore, con “De Greta y otros oficios de cantina”
La estructura del relato tiene dos partes: una primera que es una presentación de Greta, con el determinismo de su vida de prostituta (y bailarina en una cantina) y las reacciones que alienta, y una segunda que es una conversación suya con un pretendiente, y cómo este, mientras actúa Greta, intenta conocerla, verle las dos caras. Bien escrito. Con descripciones afortunadas.
Francisco Javier Brenes, con “Mi treinta y único amor de oficina… y se me murió”
El relato queda un tanto desordenado: desaprovecha su potencial narrativo. Pero es una buena historia: en la presentación negativa, desagradable, crítica, de su trabajo, asoma una relación sentimental entre Rosa y el protagonista que acaba demasiado pronto cuando él decide abandonar la empresa. Con un corte abrupto en el desarrollo de la historia, el narrador vuelve a saber de Rosa porque esta quiere darle un beso antes de morir en el hospital. “Dame un beso, grandísimo ingrato amor mío”, le dice, descubriéndole al lector lo que el narrador y protagonista no entendió entonces y no pudo contarle en su relato de los hechos.
Gabriela Camberos Luna, con “Cómo será en Finlandia”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59054/como-sera-en-finlandia/
Una denuncia feroz, durísima, pero contenida en la forma, sobre la situación de los maestros en México. Muy bien resuelto, se maneja en dos niveles para mostrar el drama de la educación y la sociedad mexicanos: Uno primero, más obvio, con la situación de la narradora: maestra precaria, que muestra una realidad que desborda los recursos, inmanejable, y los esfuerzos de los docentes por ganar la batalla para sacar adelante a esos chavales y dignificar su profesión. Y uno segundo, con la personalización del drama social en Pedro, un alumno que para terminar su caligrama (una gota de sangre) se corta las venas.
Jesús Manuel Roldán, con “No todo lo cuadriculado es recto”
Retrato cruel de un empleado de una oficina de empleo: meticuloso hasta ser maniático, machista, materialista, engreído e insolidario. Una denuncia a la falta de empatía con quienes pierden su empleo, a la ritualización de la burocracia, usada como cortafuegos. El personaje queda bien dibujado: logra presentarlo con todos sus defectos sin caer en lo grotesco, en lo caricaturesco. El título es quizá demasiado obvio.
Jesús María Martínez del Rey, con “Los invisibles”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59243/los-invisibles-2/
El comienzo prometedor, aunque recurrente, anuncia un relato negro estándar que en seguida crece, se vuelve más ambicioso, con un protagonista atractivo, bien construido, que muestra también otras caras (su vida familiar, por ejemplo), que lo revelan como mujer. La estructura del relato es eficaz, con una presentación no lineal que intercala fragmentos del asesinato en una narración mayor en la que late, al fondo, la angustia y la desesperación por no trabajar, por volverse de pronto invisible, excluida de la sociedad por quedar fuera de sus mecanismos de producción.
José Vicente Navarro González, con “Un buen trabajo”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59355/un-buen-trabajo/
Un relato divertido que lleva al extremo las condiciones laborales que impone un periodo de prueba. Sin una estructura demasiado audaz, cuenta cómo según van pasando los días el protagonista encuentra más dificultades para cumplir con sus tareas en una comunidad de vecinos. Al final se revela el periodo de prueba como un juego cruel de los empresarios para divertirse con sus candidatos. Es ameno, ocurrente, bien escrito.
Juan Carlos Melero Ibáñez, con “Empathy o la conjura de las hienas”
El relato funciona a un tiempo de historia de una venganza y de historia de una redención. Le dedica más tiempo a la primera, con la presentación de un jefe tirano y las consecuencias de plantarle cara: la caída en desgracia de Pablo, que sus compañeros aceptan sin remilgos; y su respuesta, con una denuncia que acaba con su jefe despedido. La segunda, casi un apéndice al final, innecesaria, es su decisión de apostar por un nuevo proyecto, reinventarse. Presenta bien el tema del acoso laboral, pero le queda un tanto maniqueo, sin matices, con el narrador demasiado cerca del protagonista, demasiado compenetrado con él para presentarse como omnisciente.
Laura Montesku, con “Un trabajo”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59199/un-trabajo/
El relato, como propuesta experimental, es interesante aunque poco osado: las alternativas que baraja para darle el timón al lector son muy pocas y la mayoría acaban en vía muerta. Como ejercicio literario, con la historia que late debajo y la actitud ambigua y cansada de la narradora (minada su autoestima), es más valioso. Muy bien escrito. Verosímil. Incisivo. Nada complaciente.
Laura Muñoz Liaño, con “Se escribió en una cerrajería”
El relato funciona, en su primera parte, como alegoría, con las llaves como la sinécdoque que explica las vidas de los clientes de la cerrajería, que las reconstruye, a partir de sus necesidades. Funciona también de síntoma de un cambio (a peor) en el mundo, en el que la narradora juega el papel de carcelera, la que custodia las llaves: Una metáfora que engarza bien con la segunda parte de la obra, que es una ampliación de información de la vida (laboral) de la protagonista, también como (co-)guionista de un drama carcelario. Las fotos, el tráiler de Violetas e incluso la localización de la cerrajería a través de google maps enriquecen un texto que resulta emotivo, sincero, honesto.
Luca Bia, con “¿Quién es Max Röländer?”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59368/quien-es-max-rolander/
El trabajo del narrador, en la recepción de un hotel, lo convierte en testigo de las vidas efímeras de los huéspedes, en las que se adentra superficial pero incisivamente. El tiempo de la historia son unos pocos minutos con los que pergeña un cuadro con tres o cuatro personajes que parecen formar parte de un mecanismo mucho mayor. Es un texto bien escrito, sugerente, con buenos diálogos y una reflexión de fondo que, sin resultar pretenciosa, apunta a temas de calado.
Mar Rodríguez Vicente, con “Así comenzó”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59059/asi-comenzo/
Relato eficaz, interesante, ágil, que fluye a partir del conocimiento paulatino del protagonista por parte de la narradora, propietaria de la tienda donde él es vigilante de seguridad. La anécdota central, con el engaño que perciben pero que no pueden evitar, funciona (sintética, muy bien contada) también como punto de inflexión en la relación de ambos personajes, que se vuelve de pronto más cálida, completado ese acercamiento.
Marta Posada, con “Moura, 17 de febrero de 1960”
Con una carta a su madre, la narradora, maestra rural en Galicia, hace un bosquejo del pueblo a través de sus alumnos y otras personas de su entorno. No le gusta la aldea, pero la llena su profesión, enseñar a los niños. Trasmite vitalidad, generosidad, bondad: el vocabulario y las expresiones, pero sobre todo la actitud que asoma de la narradora, con tanto fondo, tan bien trabajada, hacen del relato un testimonio absolutamente verosímil.
Moraima Feijoo, con “Diario de teleoperadores y mendigos”
Las fotografías del comienzo constituyen por sí mismas una secuencia narrativa interesante: funcionan con plena autonomía para contar la historia que desarrolla luego el texto: La rutina laboral de una teleoperadora, también con sus quejas (salario bajo, presión, dolor de espalda, etc.), que sirven de preámbulo a un último párrafo más pesimista por los sueños rotos. Funciona bien, construido como una reflexión ininterrumpida en la que la enumeración de rutinas se detiene para mostrar una amargura más esencial.
Nataliya Kolesova, con “Los mon chéri del señor Pardiñas”
Un buen relato, sobre todo con su desenlace: Una narradora un tanto paranoica descubre que detrás de lo que ella cree que es un plan (rocambolesco) para asesinarla hay solo un anciano casi analfabeto que busca las palabras con las que despedirse de su hija. Queda bien resuelto, emotivo, sugerente. Pero lastra al texto su comienzo, con una primera frase algo tramposa, con ese “sabía”, un cierto desajuste temporal, con los distintos domingos en los que se producen las acciones relatadas y esa digresión larguísima sobre las manos y el olor a lejía (que rompe el ritmo del relato, y que no se justifica ni siquiera como posible causa de esa paranoia).
Sara R. Gallardo, con “El maquinista”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59467/el-maquinista/
Con un ritmo muy trabajado, como prosa poética (como poesía en el borrador que fotografía), el relato funciona como alegoría: las vías del tren como el camino marcado del que uno no puede salirse. El protagonista, maquinista con una hoja de servicios ejemplar, decide un día parar, fugarse por fin. Es una vuelta interesante al tópico de la lucha entre la voluntad y el determinismo.
Soledad García Garrido, con “El telegrama que no era urgente”
El narrador es cartero: el relato es la narración de su rutina con el reparto de cartas y telegramas y una confesión, su interés mórbido por conocer la vida de los demás, cómo abre las cartas para enterarse de lo que les pasa. Bien escrito, el texto es efectivo, entremezclando las condiciones penosas del reparto con el calor y las cuestas y sus consideraciones en torno a su curiosidad desatada. El final, bien resuelto, es un paso más: decide no ser solo testigo, también intervenir en esas vidas, alterarlas.
Premio especial al ganador de la votación popular
Dotado con un bono canjeable en publicaciones o talleres de Fuentetaja por valor de 150 euros
Gregorio-Jesús González de Diego, “Ropa sucia por lavar”
https://clubdeescritura.com/convocatoria/historias-del-trabajo/leer/59208/ropa-sucia-por-lavar/
Un relato desgarrador sobre la vida de la Sole, prostituta, y su familia (su madre, ya retirada, a su pesar, y su hermana pequeña, que será también prostituta pronto), con la omnipresencia de «Dos gardenias» para potenciar la escenografía. El narrador, omnisciente, registra al final también la vida de la Sole ya de anciana: tempus fugit. Está bien escrito, la historia es buena, pero con una estructura poco audaz, con el desfile de clientes y pretendientes para componer el cuadro, y un final sin contrapesos, poco medido su dramatismo.
Gracias a todos. Oportunamente nos pondremos en contacto con los ganadores para la entrega de premios.
Nota: la decisión del jurado es inapelable y la organización no puede mantener correspondencia sobre los aspectos del premio. Existe un espacio de comentarios que la organización consulta periódicamente en busca de observaciones que nos permitan mejorar sucesivas ediciones. Os animamos a usarla para comunicarnos vuestra impresión sobre este concurso.
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