DESARME DE UN CARACOL
He cumplido más de cincuenta inviernos. Y soy, un cefalópodo. Es que, ni por asomo de cuernos, podía suponer tal maligna maldición. Esa que me ha tenido encerrada en la concha durante meses. Un virus. Las circunstancias de encerrona forzosa van contra natura. En mis cartílagos se ha instalado un vacío que antes no estaba....