Caminatas de la tarde

Ciudad de La Plata.

Del tiempo

Caminé las calles, otra vez, en otra tarde del año del encierro. Por lugares de recuerdos dormidos. Que viven bajo las baldosas de las veredas.

La muerte de la pandemia hace que la distancia con los viajeros deba guardarse. Camino detrás de mi barbijo. La ciudad es un lugar de seres furtivos.

Cada cuadra, cada kilómetro, va murmurando historias pasadas a mis ojos, a mis oídos, a mi memoria. A lo que mengua que se escurre.

En invierno, u otoño, es más fuerte. Enseguida oscurece, los rojos se van opacando en las hojas caídas, los grises en los árboles desnudos, el frío hace recordar que estamos lejos.

Casi no importan las remembranzas, casi son reservadas para mí; solo espacio de tiempos ausentes. Recuerdos únicos seguramente parecidos a todos. Antiguos amigos, pequeñas aventuras, anhelos pasados, amores que quedaron extraños, extraños que se fueron.

Decía que recorrí antiguos caminos. Querría hacerte una pregunta que te traiga. Que me permita. Si es cierto que tu espíritu sobrevuela hasta el encuentro. Si es cierto que la vida solo separa mi alma de la tuya. Que vivo por ello. Como el antiguo cantar que canta las canciones que aún no se oyeron.

A lo mejor el recorrido no sea otra cosa, la pregunta te encuentre, y las calles de la tarde, me conduzcan a la noche que precede al alba.

Del olvido

Llegan ahora imágenes de un bautismo. La canción cantada decía que el ángel te guarde de todos los males, y te proteja en todos tus días. Lo decía también a los extraños y al mundo por venir, a los que se fueron, a sus ojos, a quien me acompaña.

Te cuento, porque te quiero. Busco que me escuches, porque quiero ser encontrado.

No te alcanzo, sé que ocupo un espacio de un tiempo vacío. Que, si no aparecieras, espíritu que sobrevuela, a mi mirada, a mi compañía, en el cantar de las canciones que luego vendrán.

En la noche que precede al alba, sobre los árboles de las hojas que se pudren en el suelo, de las calles de mi ciudad en tiempos de Pandemia.

Seré un recuerdo más, que con el tiempo, otros caminen.

Bajo las baldosas de las veredas.

Iltis J.