Sangre.
DE ELLA. Vivíamos en la calle de la Sangre. Mi padre idolatraba ebrio ese nombre, desangrándonos a mí y a mi madre todos los días. Cuando llegaba con su aliento de vino rancio, comenzaba una nueva batalla del Ebro. La esposa era sirvienta y puta, debiendo ejercer como tal: la cena caliente en la mesa...