El despertar de la siesta
Estiré mis extremidades en todas las direcciones para desperezarme. Mi cuerpo estaba engarrotado como si hubiese dormido durante dos semanas seguidas. Oía el silencio de las seis de la mañana de un sábado, pero la oscuridad de la habitación la atravesaban rayos de luz intensos que entraban por los agujeros de la persiana. Debía ser...