Juegan oros, pintan bastos
CAPÍTULO 1 ―¿Ismael Garmendia? ―Sí, soy yo. ¿Quién llama? ―No le incumbe a usted saberlo. Limítese a responder. La voz suena fría, con un filo áspero en cada sílaba. Emitida metálica, sin pretensión de transmitir emociones, velándolas si acaso buscan aflorar. No obstante, rezuma cierto tono de contrariedad. Ismael, que se ha visto sorprendido por...