CARTAS QUE UNA VEZ ESCRIBÍ Y NO TUVE OVARIOS DE ENVIAR

CARTAS QUE UNA VEZ ESCRIBÍ Y NO TUVE OVARIOS DE ENVIAR

CARTAS QUE UNA VEZ ESCRIBÍ Y NO TUVE OVARIOS DE ENVIAR

SINOPSIS

Pasión es una mujer valiente. Su abuela, enfrentándose a su hijo que como hombre y padre mandaba, consiguió convencerle que no le pusieran el santo del día que tocaba: Cándida. Se fue haciendo feminista sin saberlo en un mundo de hombres que creían que todo era suyo y de mujeres oprimidas que creían que nada tenían. Ahora a los 83 está dispuesta a hacerse oír y confiesa que lo ha escrito todo, todo. A falta de espacio donde hacer oír su voz, ha ido plantando cara a todo el mundo que le ha ido marcando cada cicatriz de su vida. Ellos: padres, maridos, amantes, jefes, amores mayores como ella…y también ellas: madres, abuelas, las suegras, las amigas, las menos amigas y las enemigas… porque de eso también hay y mucho en el mundo de las mujeres. Ha ido escribiendo la novela de su larga vida de mas de ochenta años, poco a poco, a retazos. La poca formación que tuvo de niña solo le ha permitido escribir con lo poco que le enseñaron: cartas. Las ha ido entrelazando, tirando las unas de las otras, para construirse y explicarse con un vocabulario claro, sin florituras, directo, llano y duro, sin tapujos, como ha sido su vida. Sus cartas son las de su vida cotidiana, vida de lucha, insumisión y construcción personal de una mujer nacida en 1933, en un pueblo rural de la Cataluña interior. Infancia, juventud, adultez, madurez, vejez.. transcurren en diferentes espacios geográficos de Cataluña y Madrid. Nunca envió ninguna. No tuvo valor. Ahora sí. Y habla y escribe en primera persona. Ahora sí, a cara -y a letra- descubierta.

CARTAS QUE UNA VEZ ESCRIBÍ Y NO TUVE OVARIOS DE ENVIAR

Se las dedico a las maestras que me hubiera gustado tener, a las que nunca tuve y que he descubierto no hace muchos años ya de muy mayor…

Leí de Lucia Etxeberria, La letra futura, p. 21

“¿y que hace una persona cuando se encuentra en medio de un caos impenetrable tanto externo como interno porque nada parece funcionar ni a su alrededor ni dentro de su cabeza? Escribe. Escribe para tratar de explicarse lo que le pasa, para intentar poner orden en el embrollo que lleva dentro, puesto que parece que si pueden plasmar los pensamientos dispersos en un papel será más fácil organizarlos luego. La escritura se convierte en un desahogo, en una terapia, o incluso en un mensaje dentro de una botella, porque, si bien es cierto que uno preferiría morir antes que permitir que alguien le echara un vistazo a sus diarios o sus poemas, también lo es en que en el fondo desearía que existiera alguien capaz de entender lo que hay escrito en ellos: escribes para alguien que no existe excepto en su imaginación pero el caso es que se escribe para alguien.”

Y leí de Susana Tamaro en, Donde el corazón te lleve, p. 187

“Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cual recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con que respiraste el día en que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aún. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve.”

A vosotras que escribiendo me habéis hecho escribir

Queridas Lucia y Susana sin conoceros os dedico estas cartas. Todas. Con todas ellas voy conformando la novela de mi vida y las vidas con las que me he encontrado en el camino. ¿Qué es una novela sino el conjunto de lo vivido, sentido, amado, hablado…? Qué es sino todo ello junto amasado con el conjunto de lo que no se ha dicho…nunca…

Me preguntareis por qué esta dedicatoria, porque este ruego…ni nos conocemos, ni nunca nos vamos a ver, ni tenemos nada en común. Eso que ganáis vosotras y pierdo yo. Soy una cascarrabias de más de ochenta y cinco años largos que siendo joven aun para vivir se siente vieja para escribir. No, no me he equivocado, lo he dicho bien. Ya os explicaré porque lo digo. Por eso cuando acabe estas páginas, definitivamente, tiraré la pluma y el papel. No es metáfora: escribo a mano, ¿qué queréis? Soy hija de mi mundo y de mi historia…Aunque fan del watssap i tweeter con un avatar que nadie conoce, y quizá por ello con tantos trending topic acumulados que ya quieran para si las adolescentes, mi mente y mi alma piensan sobre letras que avanzan, cual reconquista, sobre un papel en blanco.

Queridas Lucia i Susana, ninguna de vosotras recibirá estas cartas, y con toda certeza ninguna de vosotras las leerá. Escribo la novela igual, o la transcribo mejor porque escrita, escrita la llevo escribiendo desde hace casi cincuenta años…des de aquel día que acompañé a mi abuela al Café Gijón… y le escuché hablar entre amigas, leer textos, reírse, llorar…Era la primera vez que entraba en una cafetería, era la primera vez que la escuché hablar como un ángel, fue la primera vez que descubrí que era alguien más que mi abuela casi centenaria…era una mujer…y escribía, y leía… y la escuchaban. Desde entonces escribo mi vida, pero nunca hasta ahora lo he dicho a nadie…

Permitidme que me confiese…. y me presente

Queridas amigas, no me conocéis. Tampoco conocíais a mi abuela…Creo que quizá alguna de las vuestras sí la conocía. Parece que esté todo igual. ¿Ah, sí? ¿Me recordáis? Yo no, lo siento…era tan pequeña… han pasado tantos años. ¿Escribís también? ¿Cómo nuestras abuelas? Que ilusión… estarían orgullosas seguro… He venido con mi libreta de cartas, explican una vida dureza y trabajo. Somos abuelas ya…yo más que vosotros… se nota en la cara y en las arrugas pero no me importa. Ahora, siento que ahora, me encuentro bien.

He sufrido lo mío y lo de los demás. O me lo ha parecido. En todo caso, lo he sentido como tal. He trabajado siempre. Aun descansando, sin descanso. Desde que pude restregar una camisa con las manos y aguantar el agua helada sin llorar. Hasta ahora que ya no restriego, ni aguanto el agua helada, pero lloro. Otros calambres igual de jodidos, o más, atenazan sobretodo el alma, los de los huesos ¿qué más da? Pura publicidad… He leído mucho, no tanto como me hubiera gustado, he escrito bastante y he escondido hasta la última página de ese bastante. Hasta ahora. A los casi setenta, ya me merezco decir lo que me salga. Y eso es lo que estoy haciendo, recogiendo lo dicho y lo escrito. ¿Tarde, decís? En absoluto. ¿qué es tarde? ¿para qué es tarde?

Me gusta el estilo epistolar

Hubo cartas en mi vida que recibí i no conteste, pocas la verdad, dos, bueno, una si hemos de ser sinceros del todo… una que valía la pena, siempre me he preguntado porque no la conteste…

Siempre me gusto escribir pero sufría haciéndolo… Aprendí tarde…y mal…casi no fui a la escuela…nací en el 33…o sea…para que os voy a contar…Nací con la cultura del no…para todo…hasta para pensar…..hasta que un día dije –bueno lo dije para mi sin que me escuchara nadie…-:basta… ¿es que no existe el sí? ¿es que no existe el tal vez? ? ¿es que no existe ni siquiera la palabra “posibilidad”?.. Si ya se que pensáis, suerte que me callé!

Empecé a crecer tarde, demasiado, todo lo he hecho tarde. También ahora esto lo hago tarde. Más vale tarde que nunca dice el dicho católico, por Dios que mentira, yo eso también lo he descubierto como todo, tarde.

Cuantas veces llore por estar sola, nunca me pregunte porqué lo estaba… lo supe al cabo de los años un día por casualidad que en una discusión tonta, me escuche decir: me quedo en casa, en el único lugar donde no me pueden hacer daño.

…y por eso escribo porque es en lo único que nadie me puede hacer daño y es en lo único que nadie se puede meter. Es mi mundo exclusivo, de lo que digo y callo , yo soy la única responsable. Dicen que quien tiene un amigo tiene un tesoro, cierto. El lápiz y el papel han sido todos estos años mis amigos, los únicos que no juzgaban, los únicos que no me hacían llorar.

–y de porque escribe

Tenía una amiga muy amiga –se murió no hace mucho la pobre- que se reía de mi porque yo era su cruz, ella la cara ya se sobreentiende, la fea era yo.

Un matrimonio fallido en la madurez a la vez nos unió una temporada, a ver qué vas a hacer? liarte con el primero que pasa?, bueno puede también, pero de primeras te refugias en las amigas que para eso están y ella siempre estaba. Ella y los cigarrillos…

Mi vida ha sido la de las dudas, atada a las dudas de otros…

Antes de escribir me dio por el dibujo…papel había en casa y no se necesitaba aprender, solo rayar… Mejor dicho empecé a copiar, no a dibujar, si es que hemos de ser sinceros… Es que… tampoco nadie me enseñó…

Dibujaba lo que encontraba, copias, pasé por distintas etapas, vaquitas, flores, pájaros…manos… una temporada tuve fijación con las manos… Vete a saber porque…Cogía el dibujo pequeño y lo agrandaba, era mi obra de arte. Mis padres aplaudían gozosos cualquier borrador…ni Miguel Ángel lo hacía tan bien. (pobres no sabían quién era pero en algún diario de la época quizá algo leyeron…) ¡Orgullo de padres ceguera evidente, no falla! Por Dios, aún recuerdo la expresión del tendero de la verdulería del barrio a quién mis padres, le llevaron un par de dibujos para un concurso que, en un alarde de programación cultural, se había convocado entre los hijos de los vecinos que iban allí a comprar. Motivo de inspiración: el pueblo y sus símbolos. Huelga decir qué contenía mi aportación. Imagínenlo. No quiero ni recordarlo siquiera. Me convencí del dislate que había hecho solo con ver su mirada y el gesto con que cogió las láminas que no era ese, precisamente ese, ni el trazo ni el motivo que buscaban. No fue entonces que colgué los pinceles. Aun me obcequé en dibujar unos cuantos años más. Si hubiera sido una niña de inteligencia normal, me hubiera hecho reflexionar el hecho que ni mi padre aguantó tener más de tres días un Jesucristo a carbón –que me había costado, dicho sea de paso, un par de meses de no dormir, porque solo podía dibujar por la noche a la luz del rescoldo de la estufa de leña y un par de velas- colgado en su habitación. Mi madre lo resolvió con la delicadeza característica: “que lastima que se pueda llenar de polvo, mejor lo guardamos.” Guardado está aún. Mejor. Años después la crítica menos sutil de la que había de ser mi pareja me convenció que era perder el tiempo tanta flor y tanto trazo sin sentido, y me hizo ver que lo mejor que podía hacer era no hacer nada.

Dejé de dibujar porque no lo hacía bien, en cualquier arte debes poner el corazón y yo ponía la cabeza, siempre la cabeza…de mayor me dijeron que había dos tipos de clases de dibujo: dibujo, o sea dibujo a secas y dibujo libre. Ahora lo pienso y me rio, entonces le veía todas las diferencias

Nos enseñaron a no preguntar y a no cuestionar, en la escuela que al final pude ir a ratos, nos enseñaron a memorizar hasta los trazos y las láminas, con castigo incluido si una línea, valiente ella, se deslizaba libre para ver que había más allá del sobaco de la diosa sin brazos que ese día tocaba copiar, perdón, quiero decir, dibujar.

Juro por dios en quien no creo ahora pero que entonces vivía entre nosotros como un hermano más que me gustaba dibujar, ponía el alma en ello. Ahora no sé si me gusta, aprendí a batacazos que mejor es que no te guste nada. Te evitas la frustración. Y quizá por ello, que me dejé llevar. Rectifico, hasta hace cincuenta años; mejor, hasta ahora mismo. Tengo más de ochenta. Me toca, ¿no? pues por eso. Es mi último tren, es mi último paquete de folios escrito. Escribí y quemé todo lo que escribí… ¿para qué guardarlo si nada hacía bien? Para que guardarlo si nadie quería leerlo, si nadie tenía tiempo…

No recuerdo porque estas cartas las guardé. Las releo ahora…Y leyéndolas las demás quemadas, como si de un racimo de cerezas se tratara, empiezan a aparecer… una tras otra, parece que se llaman, parece que se han puesto de acuerdo también para no caer en el olvido. Parece que se han rebelado también…. No recuerdo porque estas cartas –estas precisamente- las guardé y porque tiré las otras. Las releo ahora…Y aquí están llegando las demás… Son las cartas de las etapas de mi vida… una vida de novela…casi de tragicomedia, como la de mi abuela…y como la de las vuestras ¿no?

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