Un café con las gaviotas
Se llamaba Marina. Su madre había nacido frente al mar, amaba pescar, sentir los pies en la arena húmeda y la brisa fresca en el rostro. Así, que desde que supo a los cinco meses de embarazo que esperaba una niña, tuvo muy claro que se llamaría Marina. Ahora, volando a unos veinte mil pies...