El regreso
Tenía las yemas de los dedos callosas, y las uñas propias de un miserable. Hasta el momento en que la reina dijo «basta», el anciano mendigo, llegado esa misma mañana a su palacio, había servido de diversión a los príncipes aburridos, los grotescos nobles que esperaban día tras día, desde mucho tiempo atrás, a que...