LA PELOTA
Mi calle no tenía autos, o mejor dicho, casi no tenía. Ahí jugábamos a la pelota, a la bolita y al tinenti. A la pelota la usábamos hasta que se despedazaba. Era de goma. Luego pateábamos los restos hasta que no quedaban más, recién en ese momento comprábamos otra. El piso de la calle era...