Silvia va caminando hasta la estación de tren, con su carrito cargado de artesanías hechos por ella para venderlos en ferias y con ello sobrevivir en esta vida sin futuro para un jubilado. También lleva su mochila y el bolsito porta-mate. Va canturreando a pesar de todo. Llega a la estación y ve que hay problemas de salida. La gente protesta – Ya hace media hora que estamos esperando, porqué no habren las rejas, el tren ya está ahí – Nadie contesta, en ese momento aparece un hombre, abre la reja y entra, Silvia toma coraje y dice – Disculpe ¿No deberían ya dejar pasar a que subamos al tren? – El hombre la mira – Yo no soy el responsable – Y ¿quien es el responsable? Porque ya entro el motorman, el guarda, el policía, usted – Tal vez falte el cura, que es el único que falta – grito una mujer con un niño en brazos. Al rato ven venir a una muchacha corriendo apurada a que le abran la reja para entrar – Ahí llego la monja, no el cura que faltaba – grito un hombre de entre la gente. Y a pesar de estar todos malhumorados, se pusieron a reír a carcajadas y no tuvieron remedio que abrir las rejas.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS