Marcos incomparables
Esto era una mole de hormigón y cristal. Un feo gris derramado entre el azul del mar y el verdor de Ulia, unas rocas que la posmodernidad había traído para bajarnos los humos a los ciudadanos del marco incomparable, para ensombrecer Donostia. Luego pasó el tiempo y llegó la noche. Cuando se encienden las luces...