En cinco minutos.
Las ocho y diez. Al amanecer, cuando están abiertos los bares para los cazadores y los que toman un primer trago de aguardiente, la vida clava su sierra entre las palabras y las penas. El traqueteo diario empezaba más de madrugada que de mañana. Por eso la rutina encoje los corazones y damos los buenos...