Y todos morían.
En esa linea del horizonte había una historia eterna por cada noche, cuentan que hubo monstruos en esa calle, que los ladrones de sangre fría abundaban y que ahí todos morían. Andaban ambos, solos, en el andén obscuro suspirando la neblina del callejón oxidado, uno venía hacia el norte, contando estrellas muertas y el otro...