FRÍO
Raimundo estaba dispuesto a saltar al vacío sin red ni paracaídas. «Ya va siendo hora de arriesgar, aunque acabe en el talego», pensó. Se había citado en la cantina del Hogar del Pensionista con su amigo Antonio el Grillo, con el que procuraba resolver unos asuntos. Raimundo no dejaba de frotarse las manos, las tenía...