Un destino trunco
¡Qué liviandad! Toda mi tosca humanidad se había despojado de los atavismos que la constreñían. Había querido ser libre y ya lo era por fin. Siempre sujeto al “qué dirán” sin ser yo mismo. Cuántas veces intentando avanzar y las cadenas del fracaso impidiéndomelo. Empero, ya todo quedó atrás. El horizonte se veía límpido y...