La casa amarilla
Ese viaje no te dará la felicidad. Lo sé, madre, pero tengo que ir. Y me fui a Asterdam, y después a París y desde allí en tren hasta Arlés. En todos aquellos lugares donde había vivido y pintado Van Gogh. Fui solo porque no podía acompañarme la única persona que hubiera querido que viniera...