Los desamparados
La lluvia golpeaba el techo con rabia. El viejo techo de Uralita que los protegía de la cruel intemperie de allá afuera. Se apretujaron unos contra otros, cubiertos únicamente por una raída manta llena de suciedad que apenas sí protegía del frío y la humedad. Miró a sus hermanos con aquellas pequeñas caritas llenas de...