PRIMER AMOR, PRIMER DOLOR
Caminaba impaciente de un extremo a otro del andén, incesantemente, como infectado por el baile de san Vito. El aviso retumbó como un cañonazo : «Tren expreso procedente … efectuará su entrada …». «Todavía queda tiempo» -me mentí-. «Tren expreso destino … efectuará su salida…». Permanecí estático en el andén, como un infausto soldado de...