Legión
Después de la batalla, el último hombre en pie, ahora sin secretos, desplegó sus ominosas alas. Justo cuando se preparaba para alzar vuelo, de entre sus plumas, empezaron a emerger minúsculos hombres que entonaban cantos lastimeros. De repente, uno de ellos gritó: ¡Las plumas, señor! El hombre recogió una espada y, enardecido, estiró sus brazos,...