Movimiento disciplinado

Se llama Adriana y tiene 35 años, cuando era niña vivía a las afueras de un pueblo pequeño, en un lugar dónde en invierno corría por prados cubiertos de blanco y en verano se cobijaba en cada sombra del camino. Creció rodeada de naturaleza y de gente que la adoraba. Le quedaba tanto que aprender y a la vez, lo hacia tan rápido.

No se dio cuenta de que alguien más la acompañaba en el camino de la vida, hasta que la euforia, que las hormonas dejaban a su paso, cesó. Entonces cada noche comenzaron los encuentros con su otro yo, con ese yo disciplinado que nos acompaña siempre, pero al que de niños o adolescentes nos negamos a escuchar.

Pasó la niñez dejándose llevar por sus instintos, su necesidad de descanso o de alimentación y un buen día, sin previo aviso, se volvió emocional, dependiente y dominante, se dejo llevar por todos ellos sin importarla a quién atropellara por el camino. Su cerebro límbico y sus hormonas la controlaron durante años mientras ella se jactaba de no dejarse controlar por nadie. La etapa mas agotadora, en la que se deja de lado incluso al cerebro reptil, el de los instintos de supervivencia, y ni siquiera se necesita comer o dormir. Una etapa de muchos aprendizajes, pero de los cuales no te das cuanta, hasta que no te agotas y tus niveles hormonales se estabilizan.

La necesidad de controlar su vida apareció de la nada y cambió todo su mundo, entonces comenzó a escribir.

Escribo para ser capaz de entender la vida paralela que lleva esa parte de mí que solo viene a pernoctar en mi cabeza. Cuando las emociones del día me piden descanso, estás dejan paso a Lina ( como me refiero a esa parte de mi cerebro que algunos llaman consciencia, otros ego y yo discipLina). En una zona de mi cabeza, una zona racional, sin poder disfrutar del mundo emocional o irracional, dedica el día a viajar a mi alrededor y absorber todo aquello que mi parte emocional me obliga a obviar, pero que ella se guarda para luego, para cuando hay tiempo. La pregunta que iba con segundas, la frase maliciosa que no quise escuchar, aquello a lo que quite importancia porque no quería enfrentamientos… todo aquello que siento que si no hago caso desaparecerá pero que Lina se ha guardado y al final acaba atormentandonos.

Enjaulada en unas reglas sociales que solo busca ignorar, Lina aprovecha su naturaleza para esquivarlas siempre que la es posible. Sin que se note, muy sutilmente.

Partiendo del hecho de que no podemos acabar con todo aquel que se jacta de nosotros, que nos utiliza, que nos engaña… me hace trabajar todas las noches buscando la manera de borrarlos del disco duro. Entonces,¿para qué los guardaste?, la pregunto yo.

Un año entero llevamos de transformación, un año de dolor, aprendizaje, y superación al que han seguido mas de dos meses con varios proyectos de interiorización sin que aun hayamos dado con la formula de deshacernos de esas personas nocivas que nos tienen ocupadas cada noche. Siempre nos acompaña un foco de aguas turbias y no encontramos depuradora capaz de volverla potable, capaz de deshacerse de esas impurezas que las personas de nuestro alrededor, con las que convivimos, van dejando caer en ella.

Cuando descubres esa parte de tu cerebro que te habla, te aconseja y ayuda a que tu vida sea mas fácil, ya no puedes dejar de contar con ella para cada minuto del día, para cada decisión. Con el arte de la interiorización, meditación y el minimalismo… estoy consiguiendo despertarla también en los momentos en los que las emociones nublan el juicio y la empujan fuera del alcance de mis oídos y así hacer que no se despegue de mi, no deje de hablarme. Cuando intento quedar en blanco, algo que me es imposible, lo primero que aparece en ese mundo de vacío, es todo aquello que me atormenta, todo lo que trae Lina cada noche para quitarme el sueños. Cuento con ella, con sus consejos y sus frases celebres para facilitarme la tarea de ir echándolos de nuestra vida.

Os invito a buscar esa Lina que os ayude a encontrar lo que todos perseguimos, la FELICIDAD.

SOFIA PRIETO VILLA