La máquina de pus

Me siento usado, aprietan mis debilidades, me irritan, mi piel se vuelve escamosa y reseca, como pliegos de pergaminos mohosos, yuxtapuestos uno sobre otro, o una máscara de yeso que resalta mi fealdad disimulada, disimuladamente evidente. Le digo:

Hasta ahí nomás, me duele si me aprietas la nariz.

Buu, bueno.

se acomoda sobre la silla, una vez esa forma me poseyó, ahora una cortina de hierro se abre entre nosotros, armas en alto, corrientes de aire con forma de fusiles que apuntan al cielo, ni nos rozan, pero los siento cortándome las cuerdas, como soldados cuadrados ante el general, ni verte realmente puedo, solo existes así y ahora, imposible de romper el hielo vemos la pared donde flota el haz de luz del proyector, recostados cada uno ensimismado en nuestro propio mundo, la veo y ella me mira, Podría ser un nuevo comienzo, pero mi sentimentalidad murió antes que el revés de sus ojos al penetrar mi pupila. Me voy, me apeo las mangas de la camisa y me duermo vestido, una vieja solución a muchas cosas.

Hoy desperté con la garganta reseca. ¿Porque será?, yo no tomo ni fumo nada, me marean los humos y tomo agua como loco, quizás la obsesión nació en el corazón, los dedos se desparramaron sobre mi cara lentamente, tuve que coger la otra mano para arrebatárselos a mi cara. Toc, toc toc,

Mi madre llama a la puerta, pero no está ahí, dejo la bandeja afuera con mi desayuno, frío, quizás oí el eco de su llamado, y en realidad se fue hace un tiempo, me veo reflejado en la taza del café y mi perplejidad es grande cuando veo la contextura blanca, blanca como el queso de cabra, blanca como la cara de un muerto, granitos pequeños pululan desde mis patillas a mi enjuta nariz, me mareo.

Joder que me cagan las larvas cuando duermo o tengo un problema real-pensó la máquina de pus.

Juan iba al instituto , caminaba por la calle independencia cuando vio un hombre con la piel blanca como la corteza de un abedul, le sangraban los poros de forma constante, a cada paso agitaba un paño con la mano derecha y se limpiaba la frente, se notaba que trataba de ahorrar tela pues la contextura aceitosa del sudor chupaba el paño y lo volvía enjuto y pequeño a cada trozo que ocupaba, Juan tenia acné también, pero este caso le llamo tanto la atención que 3 palabras quedaron grabadas en su mente, “máquina de pus”.

Una camarera le sirvió café un 3 de abril, el hombre tenía vendas que guardaban la cara a tal perfección que solo lograban perfilar los orificios más pertinentes, tenía ojos de gato, parecía un palo de escoba con paño, después de tomar por tercera vez la cuchara para el café se notaron las pesadas y gruesas gotas de aceitosa grasa, caían todas ellas sobre el mantel, el hombre si tenía vergüenza de su ineludible condición no se notaba, las vendas impedían ver su expresión facial, y a cada nueva intención de tomar un nuevo sorbo , se corroían unas pequeñas verrugas que tenía en la boca expulsando materia de pus, manchando también el café y contaminándolo con sangre muerta. Pronto se fue, no se despidió de nadie, nadie parecía notarlo, un sordo silencio lo acompañaba a donde fuera, evitaba las miradas y miraba sus pies al caminar, la camarera si tuviera que describirlo, le habría llamado la máquina de pus.

El doctor que le atendió se tomó su tiempo para darle una síntesis más bien abrupta y fútil de su problema, nada que no supiera, al final le receto una mierda de pastillas que tranquilizaban mas a si mismo, recibiría su paga con puntualidad, la máquina de pus continuara caminando entre los vivos, ahora con una caja de cartón en el bolsillo.

Un día la máquina de pus recordó que conocía a Isabelle, no recordaba donde llego a conocer a semejante mujer, hasta ese momento daba por sentado que había nacido muerto, pues ni madre conocía que le hubiera dado a luz, y las madres son las únicas que dan luz a la vida entregando energía de vida, sino se nace muerto o no existe. le llamo y esta al verle le llevo a su casa, nueva para él. le dejo dejo tomando sol como un girasol en el patio y despareció por una hora y media. Sin el saberlo, Isabelle fue a un monte cercano donde su familia guardaba escondido entre las copas de los árboles una repisa con terrazas repletas de yerbas naturales de todo tipo. Cuando volvió dejo caer un saco en el suelo, tomo una cantidad grande del mismo y preparo un baño de vapor con hiervas, le lavo la cara refregándola con hiervas aromatizantes, amaso varias hojas de áloe vera por su espalda y hundió sus brazos en miel azucarada, el proceso duro cerca de una semana y al final la máquina de pus recordó que tenía madre, una casa y amistades, también recordó que ya no amaba tanto a Isabelle, pero esto prefirió guardarlo para sí mismo. El ultimo día de su proceso de curación, la máquina de pus recordó llamarse Gabriel, y así se refirió a su condición de existencia hasta su muerte.

Un día Gabriel e Isabelle se hallaban sentados en una banca de la plaza de armas, Gabriel entrevió entre los finos vellos de la ceja de Isabela un pequeño grano, tanto le disgusto esto a Isabelle que no le hablo más por aquella tarde, de fondo , en dirección recta caminaba la máquina de pus , goteando espesas gotas de grasa como el petróleo que tocaban el suelo estilando por el pantalón, Gabriel le vio y le pensó como una máquina de pus .Jamás volvió a tener contacto con una máquina de semejantes características, para el simplemente era un problema extraño y asqueroso que solo las maquinas de pus podían concebir y aceptar

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