Sucedió un Viernes Santo
Se vio sentada en el mismo balcón frente a la Plaza de Armas. Su mente sumó y restó: 37 años. Observaba junto a sus hijas, como aquella vez, la puesta en marcha de lo que sería la procesión del Viernes Santo. La recordaba colorida, bulliciosa, el trajín de comerciantes vendiendo velas, banderines, cremoladas, el chin-chin...