La ceguera
Me levanté apesadumbradamente de la vieja cama sin hacer siquiera ruido. Los movimientos eran pesados, cargando el peso de toda una vida en cada uno de los ademanes que me conducían, mucho más que yo a ellos. El silencio era doloroso. Solo se escuchaba mi respiración entrecortada, esforzándome en cada leve movimiento. No había nadie...