¿Quién puñetas soy?

¿Quién puñetas soy?

Camino con unos pies que percibo como extraños. Se han declarado en huelga contra mí misma. Avanzo con extrema lentitud. Dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás, como si danzara en círculos concéntricos en expansión, a lo ancho del serpenteante sendero que va desde mi casa hacia el instituto. Me dirijo hacia allí. Olvidé mis ojos en el cajón de mi mesilla de noche. NO VEO.

En mi interior dos niveles de conciencia se suceden alternativamente sin pausa. Resuenan en mi propio ser sus respectivas voces con sus angostos recovecos, penetrantes vacíos, el vibrante eco y el infinito silencio de una línea de mar desdibujada. Hacia delante y hacia atrás. Siempre están conmigo.

En casa, que es donde paso la mayor parte del tiempo, esas voces brotan desde mi pecho hacia fuera. Por la noche retumban en mi cabeza para hacer girar mis pensamientos como si fuera un remolino mecido por un viento huracanado. Cuando me dirijo hacia esa prisión llamada escuela, las voces me golpean con ecos zumbantes, que se alejan y me azotan incesantemente, como si me hubiese convertido en un penitente cumpliendo una condena para conseguir que un deseo se cumpla realidad: el deseo de desaparecer. Cuando llego al instituto solo queda una voz que me sumerge en un cuento sin desenlace, un antieterno retorno nietzcheano, un santo decir no a la vida, que me debilita hasta la extenuación del nadador que intenta avanzar contracorriente. El diablo que gana su apuesta y me sumerge en la ignorancia.

Les pondré nombre a esas voces. Una es la que corresponde a un estado dormido que llamaré SUEÑO. La otra voz es la que cree que no está dormida, la que piensa que vive en la realidad conforme a la verdad, que llamaré semiDESPIERTO.

Me llamo María y tengo quince años. La pregunta que me bombardea en modo ráfaga, con su afilado aguijón de insecto voraz, en mi ser más profundo es: ¿Quién soy yo?

SUEÑO que vivo en un lugar que no conozco, que no habita nadie, con animales de colores. Quiero ser QUIETUD.

SUEÑO que las casas no tienen puertas y ventanas. Soplo y desaparecen las paredes. Quiero ser UNA PARTE DEL TODO.

SUEÑO que la escuela está fabricada con materiales de plastilina. Con mis dedos la transformo en un jardín con flores gigantes. Quiero ser BELLEZA.

Estoy semiDESPIERTO y veo varios niños que me esperan. Me miran desafiantes, escondidos, en una esquina del pasillo de la escuela. Me transformo en MIEDO que va al infierno, en un animal que se dirige al matadero para que lo sacrifiquen.

SUEÑO que en esa misma esquina del pasillo de la escuela hay un caballo con alas que me espera para que demos un paseo juntos. Quiero ser LIBERTAD.

Estoy semiDESPIERTO y los niños se abalanzan sobre mi, como un animal que busca devorar a su presa. NO SOY NADIE.

SUEÑO que me alzo con mi caballo alado y sobrevuelo mi jardín con flores gigantes. Quiero ser PLENITUD.

Estoy SemiDESPIERTO. No quiero seguir viviendo. Me hallo tendido en el suelo sobre un charco de profunda tristeza, impotencia y rabia. NO VALGO NADA.

Sueño y semidespierto. Semidespierto y sueño. Sueño y semidespierto. Semidespierto y sueño. Sueño y semidespierto. Semidespierto y sueño. Sueño y semidespierto. Semidespierto y sueño.

Vibro al son de estas dos músicas ensordecedoras, que me someten implacablemente a un sinvivir cíclico que transita entre el sueño y la vigilia. El maldito castigo que padece el pobre Sísifo, cargando una piedra gigantesca que vuelve a caer eternamente.

Soy una estudiante de 1º de Bachillerato que odia las matemáticas. ¿Quién soy? MIEDO, NO SOY NADIE, NO VALGO NADA.

Me bombardea, una vez más, la misma cuestión: ¿Quién puñetas soy? SOY MIEDO, NO SOY NADIE, NO VALGO NADA. Siento un dolor que me atraviesa y me deja sin respiración ¿Quién soy?

SUEÑO: ¿Quién soy? Quiero ser QUIETUD, quiero ser BELLEZA, quiero ser PARTE DEL TODO, quiero ser plenitud. Suena el despertador. SemiDESPIERTO: ¿Quién soy? NADIE, NADA y MIEDO que se descompone en polvo inservible.

Sueño y semidespierto. Semidespierto y sueño. Sueño y semidespierto. Semidespierto y sueño. Sueño y Semidespierto. Semidespierto y sueño. Sueño y semidespierto.

¿Cúal es mi realidad? ¿Cómo sé que cuando despierto no estoy dormida? Puede que el genio maligno de Descartes me esté jugando una mala pasada, que sea una jugarreta para probar mi ingenio.

¿Quién soy?

¿Quién soy?

Redoble de las dos músicas que se disipan en la lejanía, mientras un eco profundo, una evidencia clara y distinta me indica que mire en mi interior. Sócrates me indica el camino: Conócete a ti mismo. Hacia dentro…

¿Quién soy?

No soy quién dice quién soy semidespierto, ni quién quiere ser cuando está dormido. SOY SIEMPRE. Soy cuando estoy semidespierto y dormido. Soy consciencia, observador de cuanto me acontece, sin identificaciones mentales.

DESPIERTOOOOOOOOO y me arranco las máscaras de no soy nadie, no valgo nada, las definiciones de quién soy a partir de mi miedo. También las máscaras que se generan con el deseo de huir, de soñar con quién quiero ser.

¿Quiénes son aquellos que me miran ? Pues eso, personas que me miran. Les miro. No sé qué quieren. Paso de largo. Siento un miedo punzante en mi estómago. Quiero vomitar, pero ya no me domina ese miedo que siento. Ni tampoco se pone en juego mi identidad. Mis ojos me duelen. Las púpilas se despiertan. VEOOOOOOOOOOO.

Salgo de la caverna. De creer que las sombras son mi realidad. Una ficción que se esfuma entre mis dedos y que ya no me tiene prisionero. Me siento como ese esclavo del mito platónico deshaciéndose de las cadenas. Soy ardor, irritación, dolor punzante en mis ojos. En este preciso momento SOY.

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