Tarde
Tarde solemos darnos cuenta de que nuestros padres, antes de serlo, fueron hombres y mujeres. Vemos el rol sin reparar en la persona que lo cumple. Los necesitamos imperiosamente de niños, los juzgamos de adolescentes, los denostamos de jóvenes. Pero, si antes no se han marchado, aún nos queda la oportunidad de aprender a amarlos...