Dom
Llegó sobre las tres de la madrugada, y sin interrumpir el sueño de los que cohabitaban en la vivienda, revoloteó por todo el salón, hasta sentarse junto a la mesa; con la mínima pretensión de apoyar el antebrazo. Dom tenía la mala costumbre de perderse en los antros de la ciudad, cuando necesitaba pensar profundamente...