JUNGLA DE VIDA
«Esta niña es un monstruo» decía mamá nada más alumbrarme. Mis siguientes siete mamás nunca lo dirían. Tres o cuatro días eran suficientes para darse cuenta que mi «baja talla», como solían llamarlo, sólo les iba a dar problemas. La señora Curra, la última de ellas, no balbuceaba en llamarlo por su nombre: enana. Claro...