¡Hágase la luz; por Dios!
Al abrir la puerta de mi apartamento sentí un gran alivio al saber que aún tendría la oportunidad de sobrevivir. Aquel espacio reducido, penumbroso y acólito de mis mejores instantes, se traducía en una fuerte bocanada de aire fresco que revitalizaba mi ser. Si de alguna manera lo pudiese describir, sería en el peor de...