Eran muchos los que cambiaban de acera al pasar por la casa de los Tous.  Cómo si de una familia maldita se tratara, los acérrimos a Manuel Durán evitaban las relaciones con los Tous. Al menos ahora las cosas estaban tranquilas, a pesar de que vivíamos con la sensación de que algo podría estallar en cualquier momento.

Para comprender lo que ocurrió, debemos remontarnos unos años atrás.  Con una población de 60 habitantes, en su mayoría pastores y donde la media de edad rondaba los 65 años, el pueblo vivía al margen del mundo.  Entonces llegó la familia Tous, un matrimonio de informáticos que  venía huyendo de la ciudad y el estrés. Durante unos meses intentaron dedicarse a trabajos de campo, pero bien es sabido que esa gente no valía para eso. Pensaron en marcharse, dado su fracaso, pero para suerte de algunos y desgracia de otros no lo hicieron. Así pues, María Tous se pasó varias semanas anunciando sus clases de informática. Acudía a la plaza del pueblo explicando las posibilidades y ventajas  del teléfono móvil, mandar e-mails o tener una cuenta en Facebook. La gente del pueblo la escuchaba por educación, pero les parecía que hablaba de algo tan extraño, que sus mentes sencillas no alcanzaban a entender.

Finalmente llegó el primer día de clase, María Tous esperó la llegada de los alumnos, pero nadie acudió. Lejos de rendirse, María decidió regalar algunos teléfonos móviles a las señoras más parlanchinas. Las mujeres fueron reacias en un principio, hasta que nadie sabe cómo, la cosa comenzó a fluir. En cuestión de semanas las señoras se volvieron adictas al móvil. El resto de mujeres sintieron cierta envidia y decidieron comprase uno. María Tous les explicó que les enseñaría a utilizar bien el teléfono en sus clases y algo de Internet. A las señoras ya les parecía suficiente el aprender a hacer llamadas pero se sentían en deuda con María y acudieron a sus clases.

María era una excelente profesora y en poco tiempo las señoras ya manejaban el ordenador y tenían cuenta en Facebook. Todas querían subir fotos de sus hijos, de sus últimos viajes y hacer clic en me gusta a las fotos de sus amigas.  Las tecnologías no tardaron en llegar al sector masculino, algunos convencidos por sus mujeres y otros por iniciativa propia. Todos estaban contentos y sorprendidos de cuan se les estaba facilitando la vida.

Manuel Durán, un ganadero de mucho renombre en el pueblo, no estaba para nada de acuerdo con las nuevas tecnologías, pensaba que eran una autentica perdida de tiempo. Así pues, se aferraba a la idea de no tener móvil y tachar de flojo a todo el que lo usara. Sus razones se afianzaron el día 7 de mayo. Pablito, que tenía 50 años, pero le llamaban así por ser uno de los más jóvenes del pueblo, estaba cuidando de las ovejas de Manuel Durán, ya que era su asalariado. Se había pasado toda la mañana enviándose whatsapps con Francisca Durán, la hermana solterona de Manuel Durán, que bien sabido era por todos que se cortejaban. Tan emocionado estaba el hombre que no reparó en que hacía varías horas que había perdido de vista a las ovejas. Cuando Manuel Durán paso a hacer la ronda, se encontró con Pablito mirando el teléfono con cara de alelado. Horas más tardes encontraron a la mayoría de las ovejas muertas, habían sido devoradas por lobos hambrientos .

Ese día significó un antes y un después para el pueblo. Manuel Durán se encargó de hacer campaña en contra de las nuevas tecnologías y por supuesto también ataco a la familia Tous. Los asalariados y amigos de Manuel Durán se pusieron a su favor. Por otra parte, otros apoyaron a la familia Tous, bien porque pensaban que ya no podrían vivir sin su móvil… bien porque creían que las tecnologías habrían llegado antes o después.

Los meses no hicieron más que radicalizar las cosas. Los vecinos enfrentados dejaron de hablarse y algunos cambiaban de acera al pasar por casa de los Tous. Hasta el párroco de la iglesia les invitó de forma sutil a abandonar el pueblo, en uno de sus sermones.

María Tous y su esposo, ya no se sentían queridos en el pueblo y dada la caída de alumnos, pensaron en marcharse, o al menos eso es lo que habrían hecho de no ocurrir lo que ocurrió.

La madrugada de 15 de Agosto, Pablito y Francisca Durán, que continuaban usando el móvil a escondidas, quedaron de noche. Solían hacerlo a menudo, Pablito iba con el coche a buscar a Francisca y la esperaba a un kilómetro de su casa, ella se escapaba por la ventana y caminaba hasta el coche, luego se alejaban y tenían uno de sus encuentros, lejos de los ojos de todos. Aquella noche no ocurrió nada especial cuando Francisca salió de casa, ni cuando camino ese Kilómetro, ni tampoco en su encuentro con Pablito. Ya estaban volviendo con las primeras luces del alba cuando un animal se les cruzó en el camino, el choque fue inminente. Tras varias vueltas de campana quedaron boca abajo, Pablito perdió el conocimiento y Francisca se mantuvo consciente. Algo conmocionada se dio cuenta de que no podía mover las piernas. Entonces se acordó de que tenía el teléfono, pero solo sabía el número de Pablito, miró el móvil un momento y en la lista de contactos vio grabado el número de María Tous. Francisca la llamo y le explicó lo sucedido. María no dudo y fue a avisar a Manuel Durán. Gracias al whatsapp Francisca pudo enviarles su ubicación y encontraron el punto exacto sin problemas, los trasladaron a un hospital cercano, los dos estaban fuera de peligro.

A la mañana siguiente, el suceso corrió como la pólvora. Manuel Durán tardó varios días en salir de casa. Finalmente lo hizo una tarde, se dirigió a la plaza del pueblo donde había quedado con algunos amigos, les dijo que le siguieran y fue directo a casa de María Tous. Algunos de los que le acompañaban tuvieron dudas de entrar, pues hasta le había cogido miedo, pero decidieron seguir a Manuel que tocó a la puerta y ante la mirada de atónita de sus vecinos le dijo. “ Buenos días María, venimos a apuntarnos a las clases de informática”.

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