El abrigo
Cuando cruzó la puerta de la casa el corazón le latía con tanta fuerza que pensó que se le iba a romper dentro del pecho. Tuvo que sentarse en una de las tres sillas de cuero apoyadas en la pared del pasillo.Enfrente, un rayo de luz entraba por la cortina entreabierta de la sala reflejándose...