LA VIDA DE MAI
—Hola—, dijo el agente. Ella no contestó. La luz tenue del rellano escondía algunas gotas de sangre en su rostro que aún se dejaban ver. Mai continuaba el camino con un gesto cabizbajo. Raúl llegaba al coche patrulla, hacía algunas anotaciones mientras apoyaba la libreta en el volante. Entretanto discurría con la mirada perdida, creía...