Nadie sabe, Nadie supo.

Nadie sabe, Nadie supo.

Todos sabemos que los ingleses fueron los reyes del ferrocarril desde 1825 con el gran éxito del tren a vapor y que extendieron su invención a lo largo y ancho del mundo. Lo que no siempre nos ponemos a pensar es que junto con su máquina los ingleses esparcieron su cultura y su sangre. Pero ¿por qué comenzar una historia de familia con una mención del ferrocarril? Pues bien, pronto se verá que la historia de mi familia está estrechamente ligada a la historia del ferrocarril inglés y a otras de sus usanzas.

Después de siglos de traficar esclavos, en Inglaterra se abolió la esclavitud en todas sus colonias en el año de 1807 y en 1834 toda persona que fuera aún considerada como esclavo quedó legalmente emancipada. Sin embargo, el daño ya estaba hecho. Una de las peores aberraciones de la esclavitud fue desprender a estas personas de toda su identidad africana por lo que los esclavos lo perdían todo, empezando con el apellido ya que en cuanto eran comprados recibían el del comprador como signo de propiedad. Bueno aunque supongo que en esos días los negros africanos eran de todos modos casi esclavos trabajando como sirvientes o en otros trabajos realmente arduos como en el tendido de las vías del ferrocarril.

Imaginémonos a la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XIX. En una de sus muchas callejuelas vemos una figura alta y robusta. Tenemos al joven John Hanson, un negro africano nacido en Inglaterra sin la más mínima idea del lugar del que su familia provenía, tal vez nacido como hombre libre. Tal vez recientemente emancipado. Como fuese el caso un joven hombre sin raíces y sin futuro, sin saber qué hacer con su vida y que no conoce nada más que el trabajo duro. De una u otra manera había terminado trabajando para el ferrocarril. Era un hombre fuerte e inteligente que había destacado y manejaba a un pequeño grupo de trabajadores como capataz y como técnico en el tendido de las vías.

Al otro lado del mundo un país igualmente joven y recientemente liberado de la esclavitud española comenzaba sus días y quería ser parte del mundo moderno. Se había aprobado en México la construcción del ferrocarril y en 1863, en los días de Maximiliano, se constituyó la Compañía Limitada del Ferrocarril Imperial Mexicano que aunque contenga la palabra “Mexicano” con todas sus letras fue constituida y dirigida en Londres.

Así bien para el futuro de mi familia el joven John Hanson decide enlistarse para el tendido de las vías en un país que seguramente no sabía ni en donde quedaba y después de un largo viaje por el océano atlántico desembarcó en el puerto de Veracruz y comenzó su aventura. Aunque aquí he de mencionar que para él esta fue solo una pequeña parte de la misma.

El tendido de las vías del ferrocarril en México se dio de Veracruz hacía en centro del país en sus primeras etapas aunque después se logró extender a todo el territorio incluido el exuberante caribe mexicano con sus playas de arenas blancas y mares color esmeralda, sin embargo fueron las plantaciones de henequén y de caña de azúcar las que atrajeron al ferrocarril a esas tierras.

En lo profundo de las selvas de Campeche y Yucatán sobreviven aún los últimos mayas con su lenguaje y su cultura si no intactos sí bien preservados. En una de estas comunidades indígenas vivía una joven mujer llamada Anastasia Puga, ya había perdido su apellido maya al igual que tantos otros.

Dio la casualidad que un día Anastasia se sintió atraída a ver lo que hacían los trabajadores del ferrocarril, un acontecimiento como este era de gran importancia en un lugar en donde solo se veían burros, mulas y uno que otro caballo de los grandes señores. Ahí, entre todos los trabajadores locales que se habían contratado, destacaba el joven John Hanson mucho más alto y fornido que los mexicanos, algunos chaparritos y gorditos, otros chaparritos y flacuchos pero todos chaparros. No podemos más que suponer que Anastasia se sintió grandemente impresionada con este formidable espécimen de la raza africana, fue correspondida y no tardó en sucumbir a los encantos de este hombre con quien ni siquiera se entendía ya que él sólo hablaba inglés y ella hablaba la lengua maya y el español así que no podría mentir diciendo que él le hizo alguna promesa de matrimonio. En cuanto concluyó su trabajo el romance se terminó. John Hanson se marchó para nunca volver dejando a Anastasia Puga embarazada. Si él lo supo o no, no lo podría decir de la misma que forma que no sé si la amó o si alguna vez volvió a pensar en ella.

Anastasia dio a luz a un niño mulato poco tiempo después, el registro civil era algo nuevo en México como todo lo demás a solo unos años de la independencia. Anastasia sabía que el apellido de su hijo debería ser Hanson como el padre pero no estaba casada y John no estaba ahí para dar fe de su paternidad así que tendría que bautizarlo y registrarlo como a un “hijo natural” (por no decir bastardo) con un solo apellido. Para la buena honra de la familia Anastasia tenía un enamorado quien ofreció darle su nombre al niño si ella lo aceptaba como esposo y sin dudarlo ella lo acepto, no es necesario describir aquí las que tenía que pasar una madre soltera con un hijo mitad negro en el siglo XIX. Por fin fue bautizado y registrado con el nombre de Víctor Núñez Puga dejando a todos sus descendientes con la duda sobre su verdadero apellido. El Núñez ha pasado de padre a hijo por cuatro generaciones yo soy Blanca Núñez. Para mí está claro que no soy realmente Núñez pero tampoco lo sería Hanson y me pregunto cuál será mi verdadero apellido, he escuchado que el apellido más común en África es Azikiwe.

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